28 octubre 2009

Respuesta de la Asociación para la Defensa de los Barrancos de Güímar “Saturnino García” al Consejo Insular de Aguas

Respuesta de la Asociación para la Defensa de los Barrancos de Güímar “Saturnino García” al Consejo Insular de Aguas


Este escrito es la contestación al que nos remitió el Consejo Insular de Aguas de Tenerife (con registro de salida 5525 de 3 de septiembre de 2009), el cual respondía a su vez a un informe sobre la situación de riesgo en la zona baja de los Barrancos de Güímar colindante con la Autopista del Sur. Desde la Asociación para la Defensa de los Barrancos de Güímar ‘Saturnino García’ hemos meditado largamente los términos de esta contestación, lo que nos ha llevado a recabar información adicional, consultando a algunas personas conocedoras del asunto y, sobre todo, volviendo a analizar con detenimiento un territorio que nos es muy cercano en todos los sentidos porque forma parte del marco de nuestra existencia como agricultores y ciudadanos de Güímar.

Repasando con brevedad la cuestión, en nuestro informe elaborado a principios de año apuntamos la existencia de una situación de riesgo en el tramo bajo de los Barrancos de Güímar debido a la confluencia de tres factores: a) una cuenca hidrográfica de gran tamaño, cuyos colectores están notablemente afectados por la existencia de grandes canteras de extracción en sus inmediaciones, y cuyo comportamiento futuro puede ser del todo incierto; b) los túneles bajo la Autopista TF–1 (“obras de paso” los denomina el CIATF en su respuesta) son en muchos casos de pequeño tamaño, están bastantes veces taponados por obstáculos de distinta clase y pueden resultar del todo insuficientes para absorber caudales superiores a los convencionales (fenómeno que podría repetirse en el futuro, como ha sucedido en distintas ocasiones del pasado histórico); c) como factor adicional, el tramo bajo de los Barrancos se encuentra lleno de depósitos de basura, montañas de escombros y diferentes residuos voluminosos, que en caso de suceder una avenida pueden contribuir al taponamiento integral de los túneles referidos con anterioridad.

Con relación a este último punto, debemos señalar que, con posterioridad a la presentación de nuestro informe (que además de al CIATF se presentó a otras instancias de la administración con competencias sobre el asunto), se han llevado a cabo en la zona algunas labores de limpieza de tales vertidos incontrolados. Ignoramos si existe relación directa entre la denuncia efectuada por nosotros y esas tareas. En cualquier caso, nos felicitamos por su realización, pero nos sentimos obligados a señalar que dichas labores de limpieza son todavía insuficientes. Y, sobre todo, que las autoridades competentes deben extremar todas las medidas necesarias para que no prosigan los vertidos de forma permanente (como por desgracia viene sucediendo).

En relación con lo alegado, y siguiendo con el resumen, el Consejo Insular de Aguas nos viene a contestar:

- Que ese organismo elaboró un inventario de los cauces de la Isla y que cuenta con un Catálogo Provisional (así lo denomina textualmente) de cauces de titularidad pública.
- Que según ese documento, los únicos cauces dignos de consideración que atraviesan la zona mencionada son (exceptuando algunos que circulan más al sur de la zona que nos ocupaba, y que desaguan cuencas mucho más pequeñas) el Barranco de Piedra Gorda y el Barranco de los Guirres.
- Un apartado de la argumentación se centra en analizar la obra de paso correspondiente al cauce de Piedra Gorda, señalando que allí no parece existir ningún grave problema puesto que el caudal, al chocar con el talud de la autopista se desvía sin problema hacia el sur y discurre por el que nosotros numeramos como túnel 6; en ese punto, según se nos reconoce, existen en efecto unas grandes piedras que conviene en todo caso retirar, asunto que trasladaron al organismo competente del mantenimiento de la Autopista.
- Respecto a los otros 11 túneles cuyo estado describimos y fotografiamos en nuestro informe, se señala textualmente que “[…] no corresponden con cauces relativos a la red de drenaje natural de la isla y que por tanto no figuran en el inventario de los cauces de la isla. Posiblemente, la función de las obras de paso existentes de mayor tamaño, sea la de vía de comunicación entre las fincas que cruza la autopista.”
- El resto de la respuesta se extiende comentando nuestra denuncia sobre los vertidos incontrolados, reconociendo su existencia y detallando la atribución de competencias y responsabilidades respecto al mantenimiento de los cauces de los Barrancos.

Agradecemos el hecho de haber recibido una respuesta que denota que el CIATF ha tomado en consideración el escrito presentado; y lo hacemos porque, a pesar de que responder a los escritos constituye una obligación legal de la Administración, no deja de ser aún bastante excepcional su práctica, como así le consta de forma reiterada a esta Asociación desde que inició su andadura. Ahora bien: tenemos que señalar enseguida que la respuesta ofrecida nos parece completamente insatisfactoria. Y como el asunto al que concierne resulta muy grave por afectar a la seguridad pública, centraremos el resto de nuestro escrito en tratar de argumentar por qué entendemos que el Consejo Insular de Aguas parece trabajar con un diagnóstico erróneo de la forma de funcionamiento de la cuenca hidrográfica que nos ocupa.


¿Por qué afirmamos que el Consejo Insular de Aguas de Tenerife maneja un diagnóstico erróneo de la forma de funcionamiento de la cuenca hidrográfica de los Barrancos de Güímar?

En el escrito presentado en el mes de febrero adjuntamos un documento histórico muy significativo: la descripción del efecto que causó en la zona el Aluvión de 1826, considerado comúnmente el episodio de mayor concentración torrencial registrado en la historia escrita de Canarias. Para el caso de Güímar, y centrándonos sólo en el tramo bajo de los Barrancos que aquí nos ocupa, la minuciosa descripción local realizada por el capitán de milicias José Domingo Delgado Trinidad no deja lugar a dudas; así, al referirse al lugar donde se unen las dos principales subcuencas, señala que “...se unieron en el Apartadero, entrando juntos en el mar, componiendo una extensión de 1.760 varas Castellanas”; traducido al sistema métrico decimal, esa cifra representa una longitud de nada menos que 1.470 metros lineales. Es decir, en aquella oportunidad corrió el agua de manera continua a lo largo de toda la costa baja de los Barrancos comprendida entre el actual Puertito de Güímar (incluyendo la Barriada de Pescadores construida en la postguerra) y la zona de Las Bajas, al pie de los túneles de Güímar. En otras palabras, todo el tramo costero bajo de la cuenca funcionó como un único Barranco activo, de un extremo al otro.

Pero 1826, aunque constituyó un evento de una intensidad muy violenta, no fue el único caso que afectó a la zona en su historia contemporánea. Se están tratando de reconstruir por parte de algunas personas investigadoras distintos episodios puntuales de lluvias extraordinariamente intensas que afectaron a Güímar, y que tuvieron lugar en diferentes momentos hacia finales del siglo XIX y comienzos del XX, de los cuales existe constancia histórica (y de algunos de ellos, por no haber transcurrido más de tres generaciones, memoria oral viva): 1879, 1901, 1922…

En espera de los datos más amplios que pueda reportar en un futuro la investigación, sí que disponemos en la actualidad de la evidencia que representó el episodio bien conocido que afectó a Güímar en noviembre del año 1950, y que provocó aguas arriba el desbordamiento del Puente de Guaza, en la Carretera General del Sur a su paso por esta localidad. El episodio de 1950 presenta la virtualidad de que muy pocos años después se verificó uno de los primeros vuelos fotogramétricos, lo que permite reconstruir de manera fidedigna sus efectos sobre el territorio; es el caso de la fotografía aérea que presentamos a continuación:


Tramo bajo de los Barrancos de Güímar, desde el Puertito hasta Las Bajas (foto aérea de 1954)




En la imagen anterior se aprecia bien el efecto geomorfológico ocasionado por el aluvión torrencial sucedido apenas unos años antes: las fincas en resalte sobre los pequeños interfluvios que no resultaron gravemente dañadas por el aluvión, así como las amplias zonas donde funcionó la torrencialidad en forma de amplias y potentes ramblas, removiendo todo a su paso. Si se observa con atención, también se puede apreciar cómo, en el escaso tiempo transcurrido después del episodio torrencial, la vegetación costera potencial no había tenido tiempo aún de recolonizar de forma significativa el espacio perdido.

Para facilitar la percepción de cómo funcionó efectivamente el tramo bajo de los barrancos durante el episodio torrencial de noviembre de 1950, destacamos en rojo sobre la fotografía anterior la huella del paso de la avalancha de agua y sedimentos:
Tramo bajo de los Barrancos de Güímar, desde el Puertito hasta las Bajas
destacando en rojo la huella geomorfológica del episodio torrencial de 1950





Por tanto, estamos en condiciones de afirmar que la red de drenaje de los Barrancos de Güímar ha funcionado en situaciones de avenida de un modo más amplio y complejo al que considera en su diagnóstico actual el CIATF.

Por otra parte, es preciso señalar que las grandes transformaciones sufridas por el espacio que nos ocupa, lejos de ‘simplificar’ el modo de funcionamiento del tramo bajo de la cuenca, lo que han hecho es hacerlo aún más complejo y, potencialmente, caótico y de efectos potencialmente más destructivos. Nos referimos fundamentalmente a la construcción en los años setenta de la Autopista TF–1 (que a todos los efectos se podría comportar como una ‘barrera física frágil’), y a las extracciones de áridos, sobre todo aquéllas que se localizan en el entorno de dicha arteria de transporte.

Con respecto al cauce medio–bajo del barranco de Piedra Gorda: aunque este topónimo alude al sector de la cuenca próxima a la Ladera, también incluye los cauces de los barrancos que, a partir del Puente de Guaza, discurren juntos hasta unirse con el de Badajoz, siendo el de Piedra Gorda el nombre del cauce bajo de esta amplísima cuenca. Existen enormes hoyos de extracción adosados a los laterales de su cauce. En algún momento se ha alegado que tales agujeros funcionarían como balsas de retención y laminado del caudal de avenida. Consideramos que esto sería solamente cierto para casos de avenida de baja intensidad. Pero para caudales de avenida previstos para periodos de retorno a medio y largo plazo no se cumpliría esa premisa, puesto que los hoyos se rellenarían muy rápidamente y dejarían de funcionar como balsas de retención.

Con respecto a las obras de paso o túneles queremos indicar dos cuestiones:

1) La obra de paso nº 1 (de la que nosotros mismos llegamos a afirmar que al menos no presenta obstáculos de consideración que bloqueen el paso), presentará o no problemas dependiendo del funcionamiento del “hoyo de retención y laminado” situado aguas arriba de las plataneras bajo invernadero que allí existen. El volumen del caudal y los arrastres consecuentes pueden llegar a obturar, o disminuir la capacidad de evacuación, de esta obra de paso.

2) Nos reafirmamos en la idea de que la obra de paso del barranco de Piedra Gorda (túneles números 6 y 7) resultan claramente insuficientes para drenar un macrocauce de las características del que nos ocupa. Teniendo en cuenta que los arrastres van a elevar su nivel de base, el resultado serían sendas obras de paso completamente ridículas. Y ello sería así siempre que el cauce no derive hacia la extracción de áridos denominada “Agache”, que por su ubicación constituye la irresponsabilidad más absoluta frente al riesgo de grandes avenidas, dada la existencia de un reciente asentamiento urbano en la desembocadura de esta cuenca; con un alto grado de exposición ya que se ha escamoteado a la ciudadanía la necesaria información en el momento de verificar la compra o alquiler de su vivienda en la zona, y para la cual no existe diseño alguno de planes de emergencia, protección civil o evacuación en caso de riesgo.


Situación actual en la desembocadura de los Barrancos de Güímar



En naranja: Barranco de Piedra Gorda, colector final donde confluye la macrocuenca de Güímar. En verde y punteado: extracciones de áridos del tramo bajo–costero de los barrancos. La cantera de arriba a la izquierda es la denominada de “Agache”: obsérvese cómo discurre adosada al cauce de Piedra Gorda.

Obsérvese también que el tramo norte de la autopista que aparece en la fotografía aérea funciona como un ‘dique’ ubicado entre extracciones de áridos de distinta profundidad. Tal ‘dique’, evidentemente, no fue concebido para cumplir esa función, pues la autopista discurre aquí encima de un mero terraplén de ‘revuelto’, apenas macizado con hormigón en el entorno inmediato de los túneles de paso.

Queremos terminar reiterándonos en la idea de que esta Asociación tiene entre sus objetivos principales la defensa de la agricultura y el paisaje de los Barrancos, para lo que se precisó el cese de las extracciones de áridos y hace falta ahora la consiguiente restauración ambiental y paisajística de las canteras para que la agricultura vuelva a ocupar allí el lugar que nunca debió perder. Pero además de lo anterior, este colectivo se guía también por el objetivo supremo de la seguridad física de las infraestructuras y, sobre todo, de las personas que habitan en la zona. Siendo éste el motivo que nos lleva a elaborar y presentar este escrito, y que nos seguirá impulsando a presionar en cuantas instancias sea preciso para denunciar una situación potencialmente gravísima.


En Güímar, a 26 de octubre de 2009.

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