08 febrero 2009
Mayca Coello González: Militante social y portavoz de Sí se puede en Candelaria
Nuevas ideas para una política construida con y para la ciudadanía
Mayca Coello González nació en Santa Cruz en 1969, finalizó sus estudios de sociología en la Universidad Complutense de Madrid y trabaja como gestora de espacios naturales para el Cabildo de Tenerife. La lucha por la justicia social y la rebeldía las vivió desde bien chiquita, ya que se crió en el seno de una familia de militantes de la izquierda canaria, siendo su madre un símbolo de la lucha vecinal en los barrios de Santa Cruz y del movimiento por la emancipación de la mujer en Canarias. Herencia de esta educación, ha tomado el testigo y considera un deber participar para cambiar la realidad y lograr una sociedad más equitativa y justa. Hoy es una afiliada a Sí se puede y ha apostado por desarrollar un trabajo político en el ámbito local, que haga de Candelaria, municipio en donde reside desde hace 11 años, un referente de ciudad ambiental y socialmente sostenible y con una sociedad mejor, más justa, más equitativa, más solidaria y con más oportunidades para todos/as.
JOSÉ LUIS HDEZ/ ¿Como se inició en la militancia social y política?
En mi familia la participación social ha sido una constante y he aprendido desde la infancia que las personas debemos involucrarnos y dedicar parte de nuestro tiempo a intentar cambiar las cosas que nos disgustan y mejorar para alcanzar mayores cuotas de justicia, libertad e igualdad entre los seres humanos. Por ello no fue casual que, ya en el Instituto, con apenas 15 años, un cartel contrario a la OTAN, en plena campaña del Referéndum, me hiciera tomar la decisión de aproximarme a Juventudes Comunistas, organización que firmaba aquella propaganda. A partir de ahí, sin afiliarme pero participando activamente y aprendiendo muchísimo en aquellos años, me vinculé al movimiento estudiantil, en el que continué hasta finalizar mis estudios de Sociología. Posteriormente, he colaborado, con etapas de mayor o menor intensidad, en organizaciones de defensa del patrimonio canario, al movimiento feminista, al movimiento de defensa de la naturaleza y, desde el año 2000, he contribuido a poner en marcha una iniciativa pionera de Comercio Justo y Solidario en Tenerife, enfocada a conformar un espacio que defienda una forma más justa y equitativa de establecer las relaciones productivas y comerciales a nivel global, así como un modelo de consumo más responsable.
Con la que está "lloviendo" y con la degradación de la política y especialmente con la mala imagen que la ciudadanía canaria tiene de sus políticos ¿no cree que es un mal momento para hacer militancia política?
Actualmente, en un contexto de desvalorización social de los partidos políticos, de desconfianza generalizada en los otros, de preponderancia del yo frente al nosotros/as, se hace imprescindible que la ciudadanía recupere su protagonismo y que nuestra sociedad refuerce el valor de las personas, no por lo que tienen, sino por lo que son y aportan. Es necesario que emerja el valor de la solidaridad y del trabajo colectivo, que ganemos autoconfianza en que nuestras aportaciones, grandes o pequeñas, son importantes y pueden cambiar las cosas y que la resignación sea sustituida por la fuerza de la razón y la defensa de nuestros derechos. Participar es fundamental y uno lo puede hacer desde muchos frentes. ¿Cuántas personas trabajan en asociaciones de vecinos y vecinas, en AMPAS, en organizaciones musicales y deportivas, en asociaciones culturales…, sin ser conscientes de que también hacen una labor política, que defienden intereses y representan ante las instancias que competan en cada caso a determinados colectivos? Muchas veces no se tiene esta conciencia y se centra la política en los representantes políticos institucionales y en los partidos a los que pertenecen. Si entendiéramos que todos/as somos eslabones de una misma cadena y que nos vinculamos y retroalimentamos en el trabajo conjunto, podríamos construir una nueva imagen de la política, que no es más que la gestión de lo público para la colectividad.
En este contexto, ¿cómo entiende el papel de una organización política que quiera realmente cambiar el rumbo de las cosas?
Alternativa Sí se puede por Tenerife es una organización joven que pretende incorporar frescura y nuevas formas de hacer a la actividad política. Una organización que, desde la izquierda, aboga por el cambio social, por la recuperación de las personas como agentes de ese cambio, que rechaza el pensamiento único apostando por la revalorización de la diversidad. En la diversidad humana y de criterios crecemos y nos enriquecemos, en la uniformidad nos anquilosamos y empobrecemos. Esta organización sociopolítica pretende no aislarse de la realidad, no bloquearse en discursos que a nadie interesan, pegar sus actuaciones al terreno y defender a capa y espada lo público, lo colectivo, lo que beneficia a la mayoría y no solo a unos pocos. El objetivo principal es recuperar la confianza perdida en la política y defender que la política no es nada, ni sirve para nada, si las personas están al margen y solo actúan cada cuatro años introduciendo un papel en una urna.
¿Qué mueve a Alternativa Sí se puede a hacer un trabajo político en Candelaria y otros municipios de la Comarca Sureste, cuando no tienen representación institucional en esos ayuntamientos?
No hace falta tener representación institucional para hacer política, ni vincular exclusivamente nuestra actividad a los períodos electorales. Los problemas son cotidianos, las necesidades son dinámicas. Hay trabajo constantemente y la dedicación militante de las personas que conformamos Sí se puede en la Comarca tiene que ser permanente. Somos personas de la Comarca, vivimos aquí, y observamos y sufrimos los problemas como cualquier otra persona del Valle. Tenemos a nuestros hijos e hijas en los centros escolares, participamos en las actividades deportivas y culturales, somos clientes de los comercios de la zona, no tenemos nada especial, nuestra única diferencia es que estamos organizados en una formación sociopolítica de izquierdas. Unas veces nuestra actividad se materializa en un escrito a uno u otro Ayuntamiento reclamándole información sobre sus competencias y, otras veces, recriminándole su nula o negativa intervención en la resolución de problemas. En otras ocasiones, presentamos propuestas constructivas a planes o proyectos que pretenden realizarse en la Comarca, o elaboramos la información para que, a través de un Boletín, se puedan difundir nuestras aportaciones entre las vecinas y los vecinos. También participamos, aportando en la medida de nuestras posibilidades, en las movilizaciones ciudadanas que se gesten, como es el caso de la reciente y exitosa lucha por la recuperación de los barrancos de Güímar frente al deterioro ambiental y socioeconómico que han provocado las extracciones de áridos y la recuperación de este suelo para uso agrícola.
¿Qué opinión le merece el derribo del poblado de Cho Vito y la lucha de sus propietarios?
La cuestión de Cho Vito requiere un análisis complejo. Por una parte es evidente que se trata de una ocupación ilegal de la costa, sancionable por la legislación vigente. Por otra parte esta ocupación, como tantas otras en el territorio canario, se ha realizado bajo la permisiva mirada de los responsables políticos institucionales, pertenecientes a los diferentes partidos. En tercer lugar, los propietarios han defendido digna y legítimamente sus casas, sobre todo en el caso de aquéllas que eran primeras viviendas. Por último, la ejecución de los derribos se ha realizado con un desmesurado y desproporcionado despliegue de fuerzas de seguridad, que actuaban por tierra, mar y aire, advirtiendo con esta demostración de poder que se impondrían a cualquier nueva movilización que se diera en otras partes del territorio. Las personas afectadas actuaron de una forma exquisita en todo el duro proceso. En mi opinión debía haberse ejemplificado la ejecución de la Ley de Costas también en otros ámbitos: hoteles ilegales, infraestructuras públicas que ocupan dominio público, residencias de personas acaudaladas, equipamientos residenciales de lujo, etc. De esta manera la actuación habría sido justa y equitativa, y no absolutamente desequilibrada en perjuicio de los sectores sociales menos favorecidos.
¿Qué valoración le merece el posible cierre de la central de Unelco-Endesa en 2015?
El cierre es absolutamente necesario para mejorar la calidad de vida de la población del Valle y, especialmente, de las zonas de influencia negativa directa de la Central: Igueste y Las Caletillas. Es una antigua demanda social que, existiendo ya la central de Granadilla, podría satisfacerse. Además de la contaminación que genera la Central, a pesar de las medidas reductoras que UNELCO-Endesa afirma haber ejecutado, la liberación de ese suelo podría permitir aprovecharlo para una zona de equipamientos públicos de ocio y esparcimiento.
Ustedes han denunciado en numerosas ocasiones el desmesurado desarrollo inmobiliario en Canarias y la desproporcionada ocupación del territorio. En este sentido, ¿qué balance hace del crecimiento urbanismo de Candelaria?
Candelaria ha duplicado su población entre 1991 y 2007, con un crecimiento especialmente concentrado en los últimos años. Ha pasado de 10.688 habitantes a 22.477. Este fuerte aumento ha sido consecuencia de la intensa actividad constructiva que ha permitido ocupar, en buena medida, el suelo disponible, y que ha consolidado al Municipio como núcleo dormitorio de Santa Cruz y La Laguna, frente a su condición de lugar de veraneo de etapas anteriores. El crecimiento urbanístico, cuya calidad y magnitud cuestionamos, no ha conllevado un desarrollo de los equipamientos sociales y de los servicios acorde con la población residente. Por ello se han visto desbordados desde el Centro de Salud hasta la red de saneamiento, pasando por el abastecimiento de agua potable que en determinadas épocas del año presenta problemas. El crecimiento previsto por el nuevo Plan General continúa ocupando superficie al norte de la Autopista, ampliando la escala de las vías de acceso a los núcleos y favoreciendo la ocupación del suelo agrícola. Se reproducen tipologías arquitectónicas idénticas en los diferentes núcleos del Municipio generando significativos impactos. El PGOU de Candelaria debería haber aprovechado la oportunidad para mejorar la calidad de vida de sus habitantes favoreciendo un entorno urbano más afable, en el que se limite el excesivo crecimiento poblacional que acaba quebrando las redes sociales locales; en el que el vehículo motorizado no sea el absoluto protagonista y en el que las actuaciones se adapten a la medida y a las necesidades de los sectores más indefensos: la infancia, las personas con discapacidad y la tercera edad. En este sentido debería apostar por un modelo de ciudad amiga de la infancia, en la que las actuaciones los prioricen; en el que la accesibilidad se maximice a favor del peatón y en el que las áreas de parques y lugares de esparcimiento respondan a sus demandas con protección, seguridad y prestaciones suficientes.
Siguiendo con el tema del modelo de desarrollo urbanístico que se ha impuesto en las Islas, ¿es razonable el empeño de la clase dirigente canaria en sacar adelante proyectos de infraestructuras muy polémicos, de gran impacto ambiental y de dudosa sostenibilidad?
Evidentemente no es razonable. En el caso de Tenerife hemos superado enormemente las necesidades de grandes infraestructuras para una Isla de sus dimensiones. La última década se caracteriza por una enorme inyección de dinero procedente, en buena medida, de la Unión Europea y destinado básicamente a infraestructuras. Esta obtención de dinero fácil, acompañada de la falta de perspectiva a largo plazo de los responsables políticos canarios en los diferentes niveles de la Administración, así como, de la vinculación de éstos con determinados sectores económicos, ha llevado a la locura más absoluta en la propuesta de nuevas infraestructuras. No existe planificación, lo queremos todo, autopistas con tres carriles, trenes, enormes puertos industriales-comerciales cada 60 kilómetros, ampliaciones constantes de nuestros aeropuertos, planes generales que recalifican como urbano enormes cantidades de suelo, urbanizaciones turístico-residenciales apoyadas sobre los límites de los espacios naturales, etc, etc.
Todo ello en un contexto en el que no se escuchan las voces discordantes que, con argumentos sólidos, cuestionan ese modelo de desarrollo arrollador y aniquilador del territorio y de nuestra sociedad. Unas administraciones que se permiten el lujo de no atender el llamamiento de 56.000 personas que solicitaron la discusión de un proyecto como el Puerto Industrial de Granadilla en el Parlamento de Canarias, o más recientemente 45.000 firmas pidiendo la apertura de un debate sobre la ocupación de nuevo suelo para la industria turística, y unas administraciones que siguen demandando como plañideras dinero para obras y no para políticas sociales, ni para el refuerzo y la mejora de la educación pública, ni para políticas reales y efectivas de empleo ni para la diversificación de nuestra economía.
No es falta de recursos, es cuestión de prioridades políticas. Como ya apuntó el profesor Federico Aguilera hace unos años ¿cómo se entiende que una región ultraperiférica como Canarias, que reclama permanentemente su condición de desfavorecida, sea una de las principales regiones inversoras en algunos Estados del continente africano? ¿Por qué el dinero de la RIC no se ha destinado a crear empleo, que es su finalidad, y sí a comprar inmuebles y vehículos?
Al margen de que su partido se defina como un movimiento social, es lógico que también pretendan entrar en las instituciones. En concreto, ¿cuáles son las aspiraciones de Sí se puede en Candelaria?
Aspiramos a representar a todas esas personas progresistas, desencantadas o no de la política al uso, que se preocupan por el lugar en el que viven y que quieren que Candelaria se transforme en un referente de municipio ambiental y socialmente sostenible. A esas personas que tienen propuestas innovadoras y que priorizan a los seres humanos frente al cemento, que confían en la participación ciudadana real como vía transformadora de la política y que afirman que la realidad puede cambiar, que las cosas no son para siempre porque así vengan dadas. Cada uno en su trabajo, en su casa, en sus relaciones interpersonales podemos trabajar por una ciudad y una sociedad mejor, más justa, más equitativa, más solidaria y con más oportunidades para todas las personas.
De sus opiniones se desprende un panorama muy negativo de la situación política y el desarrollo de Canarias en distintos aspectos, pero ¿es optimista con el futuro del Archipiélago?
Efectivamente el panorama es preocupante, pero sin embargo en las últimas décadas Canarias disfruta de las mejores condiciones objetivas de toda su historia: abundancia de recursos económicos, porcentajes amplios de población con formación académica y un marco institucional que debe garantizar las prácticas democráticas. Estas condiciones objetivas se contraponen con una muy desigual distribución de la riqueza, existiendo sectores que nadan en la abundancia y otros con dificultades crecientes para llegar a fin de mes; unos niveles de formación académica poco adaptados a las nuevas demandas del mercado de trabajo, con escaso apoyo a la I+D y con unos índices crecientes de abandono escolar, de los más elevados del estado español. Por último, la participación ciudadana, como base de la práctica democrática real, no se reconoce como legítima y necesaria por las instituciones. La participación real, la obtención de la madurez democrática por parte de los ciudadanos y las ciudadanas de Canarias, no toleraría las prácticas políticas manipuladoras habituales.
Esta situación puede revertirse, estoy convencida y soy optimista con las posibilidades de futuro que tenemos, siempre y cuando nos unamos todas las personas progresistas y de izquierdas, que salgamos del armario y asumamos nuestra responsabilidad con esta Tierra. Si no lo hacemos así, seguiremos quejándonos por las esquinas y cuestionando todo lo cuestionable, pero seguirán gobernando los de siempre. En el momento histórico que vivimos hay que actuar, si lo hacemos con energía, con razones, con educación, ¡Sí se puede tener un futuro para Canarias!
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